El pasado fin de semana del 7 de Noviembre nos fuimos a una nueva aventura. Esta vez lo novedoso era la enorme cantidad de novatos, que nos ganaban 11 a 5 a los miembros que ya habíamos estado de astroacampada.
Salimos con los coches bien cargados, los cuatro telescopios, los prismáticos, el equipo de fotografía, una nevera para las bebidas, sacos y esterillas para parar un tren y Mordor, nuestra querida y enorme tienda de campaña.
Montamos Mordor, cenamos los bocatas de rigor y nos abrigamos como si nos fuéramos al ártico. Todo esto mientras el sol se va poniendo y comienza a oscurecer. Llega el momento de montar los telescopios y repartirnos el material entre el grupo de observación y el de fotografía.
Tras las primeras horas de ilusión los novatos y no tan novatos comienzan a sentir el frío penetrando en su alma. Dando como resultado todo tipo de vario pintos resultados. Gente cantando, corriendo por el campo, buscando geocaches por la zona, refugiarse en los coches o tumbarse con el saco en mitad del césped a esperar la muerte.
Llegadas las 4 de la mañana empiezan a despuntar los planetas. Júpiter, Marte y Venus. Seguidos de una tenue Luna. Es el momento de jugar nuestra jugada maestra para levantar los ánimos. Sacamos el enorme termo de la agrupación lleno de chocolate calentito y cookies para acompañar. El resultado es una muchedumbre en pie y con renovadas energías. |
Entre todo el desconcierto desaparecen las llaves de uno de los coches. Sin embargo el cansancio puede más que la preocupación. Ya las buscaremos por la mañana. Por lo que 11 horas de observación más tarde recogemos y nos vamos a dormir a eso de las seis de la mañana. Salvo un reducido grupo de valientes que decide sacar fotos del amanecer. |
A la mañana siguiente aparecen las llaves y vuelve la alegría al grupo, justo a tiempo del desayuno. Tras lo cual toca recoger y marchar de vuelta a casa después una buena astroacampada.